Hilaria... su muerte, mi vida!
Cuando era muy niño, mi vida transcurría en un apacible ranchito de palma que estaba diagonal a la que hoy es mi casa, era una casa típica de pueblo, con paredes de tablas y pintada de verde y blanco; ahí vivía la señora Marqueza, una viejita amable que vendía queso y otros productos para comer (casabe, suero, bollo y pollo) y con ella, su hijo Alberto e Hilaria su esposa. No sé porqué motivo, ellos eran mis padres, desde que se levantaba Hilaria iba a buscarme a mi casa, aunque estubiera dormido y me llevaba con ella hasta ya muy entrada la noche cuando después de consentirme un poco para dormir, duraba horas contemplándome en una mecedora de palo hecha por su esposo; y él, recuerdo que era camionero, que en contra de la voluntad de Ángela (mi mamá biológica) me llevaba a conocer los lugares que visitaba por su oficio, creo que por eso conocí casi todo mi departamento y cuando me llevaba a otros lugares, hermosos lugares fuera de acá, Hilaria iba con nosotros, para que nos cuidara (a su esposo y a mí). Recuerdo que siempre almorzábamos los tres en la mesa, mi "papáAlberto" en la punta de la mesa, conmigo en sus piernas, aunque comíamos de distinto plato y ella a la derecha de él. Ellos fueron mi primera familia, Hilaria era mi madre y yo el amor de su vida, su hijo. No recuerdo un "no" salir de su boca para mí, una mala palabra o un mal trato, aunque parezca imposible, de ellos nunca recibí algo distinto al amor. Una mañana, desperté en mi cama, en mi casa, y no pude hacer otra cosa que llorar, Hilaria no había ido por mí ese día y me imagino que me sentí muy inestable, y no dejé el berrinche hasta que me llevaron a su casa... y la encontré postrada en su cama. Hilaria había padecido de cáncer desde hace mucho tiempo, situación que yo ignoraba y que no entendía, por cierto. Alberto tenía que ir a trabajar a Barranquilla y sólo lo veíamos los fines de semana, pero eso no importó, ésta vez que quien madrugaba a atenderla era yo; así que yo me levantaba y me iba para su casa, con o sin permiso de Ángela, antes de entrar a su cuarto recogía un vaso de agua al clima para que tomara sus pastillas y luego me quedaba a su lado, contemplándola, la mayoría de las veces me quedaba dormido, luego la ayudaba a entrar al baño, arreglaba su cama y la recostaba nuevamente en la cama. Hasta la hora del almuerzo, porque después ya no dejaban que me quedara. Un día, cuando las cosas habían empeorado bastante, cuando de ella no quedaba sino su piel y su pelo, llegué igual de temprano a su casa y encontré a todos llorando en su cuarto, y sin perder la razón entré allí y ella estaba sentada en la cama y cuando me miró, su sonrisa inundó toda la habitación y me tranquilicé, todo parecía estar bien, subí a la cama (que era como de 1 metro de alta), y me abrazó, la gente iba y venía por la casa, incluso mis padres estaban allí, y de un momento a otro nos quedamos solos, mi mamá, moribunda y yo. Le prometí muchas cosas ese día (cosas que aún no entiendo); que siempre trataría a mi familia como ella me trató a mí y a su esposo, que siempre sería una persona digna y que por encima de todas las cosas que no dejara que nadie me "apagara"; además de muchas otras cosas que prefiero no mencionar... Recuerdo que me pidió que sobara un poco de vicvaporú (no sé como se escribe) en su cuello y en su pecho, y recuerdo como la luz de sus ojos mitigaba y la muerte me la arrancaba de los brazos... (nunca me sentí más solo que esa mañana, con la casa llena de gente, mientras yo estaba en el cuarto, con un cadaver en mis brazos) Desde ese día, Alberto desapareció de mi vida, con todo lo que yo necesitaba de él... se fue para siempre a vivir a otra ciudad, recuerdo haberlo visto como 3 veces desde entonces, cuando ya era mayorcito, solo una de esas pude acercarme a saludarlo, las otras, no sé si huía él o huía yo... Creo que nunca pude ser el mismo desde aquel día en el que murió Hilaria, creo que desde entonces quiero arrancar la vida de alguien para traerla a ella de vuelta, creo que Hilaria es alguien que siempre ha estado en mi vida y morirá nuevamente, conmigo. A veces puedo escucharla, en las noches, en mis sueños, con la respiración profunda, pero fatigada, acariciándome con amor, susurrándome tantas cosas al oido, dándome tranquilidad, dándome amor. Este es solo un breve resumen de la tragedia que viví ese día, quizá tratando de dar una explicación a mi "obseción" con la muerte. BandaSonora Era - The mass Powered by Castpost |
Comments on "Hilaria... su muerte, mi vida!"
hey, este... no se que decir, pero entiendo.
no no me sale nada mas!
me gustó mucho el escrito, y la carga que tiene,
Dios está en las palabras
Jesus, que post.
Debo anotar que lo ley en la U en la sala de informatica y por mucho que quise no pude aguantar las ganas de llorar.
Un abrazo virtual !
Que buen post cuñado.
ve, como no tienes caja te deje aca esta dir para que la visites http://confidencial.blogsome.com/ de ptonto te guste!
Hermoso relato. Te leo y me transporto al pueblo, al calor, al fresco de la tarde, al casabe, al olor del vick vaporub... abrazos!!
rato sin echar la pasada por aca! cabe anotar q no me gusta como dejaste tu plantilla, y el post! pues, sin palabras! q nota! ufff
y la cuncia de la syl siempre con la lagrima afuera
Pasaba por estas aguas
Después de leer este post
He quedado simplemente
Sin palabras...