No había nadie a mi lado; los buenos y malos momentos de nuestra etapa juntos rondeaban, uno a uno, lentamente en mi cabeza, te extrañaba tanto que creí que moriría ese día, de dolor, de pena... de amor.
Ya poco podía sentir de Angieth en mi cuerpo, y entre sorprendido de haber llorado tanto y angustiado por aquel dolor en mi corazón, caí en un sueño profundo, pero intranquilo...
Desperté en el medio de un círculo de piedra, Arien estaba justo sobre mí, miré a mi alrededor, todo era desierto, -- roca en el desierto, que raro -- dije, solo pasaron unos instantes para darme cuenta que me encontraba en la versión Eönwë de la torre de Amon Sul, en la cima de los vientos, intenté salir pero un poder invisible se levantaba entre el círculo de piedra y el resto del desierto, había benebolencia en él, sólo, no podía entenderlo, luego todo se nubló, sentí en mi corazón el alivio de encontrar a alguien que una vez me amó, la brisa acarició mi piel y un hombre apareció a mi lado, me abrazó, era Manwë a quien serví en una guerra de la que todos parecen saber más que yo, -- amo -- le dije, en dónde estamos, él solo sonrió, acercó sus labios a mi oreja y dijo: confia en mí, no te preocupes, confía en tu amo... No se porqué, pero como un flash vino a mi mente la idea de una traición, sentí que necesitaban un culpable, y ese era yo, me separé de su cuerpo... ya no estaba.
La brisa aumentó, las nubes empezaron a moverse rápidamente, Arien, aunque alta, estaba todavía allí, empezó a subir, las nubes cubrieron el cielo, una oscuridad cayó sobre aquel mundo desierto y sin saber porqué, conjuré: Naur an edraith ammen! Naur dan i ngaurthoth!! Un fuego se encendió a mi lado, solo podía ver lo que estaba en el circulo, el terror se apoderó de mí y muchos conejos asomaron sus ojos en el borde del círculo, al principio no pude saber qué eran, pero luego empezaron a entrar, eran muchos, rodeándome, cuando intenté mirar hacia atrás, noté que algo más había en mí, una luz, alrededor de mi cuerpo desnudo, a veces roja, a veces azul, reaccioné, aún sin entender, ya era demaciado tarde, los conejos eran realmente muchos, a mi alrededor, se acercaron más, empezaron a morderme y la luz los detenía, pero empezaban a faltarme partes del cuerpo, los conejos mordían la luz y arrancaban un pedazo de carne del cuerpo que en aquel mundo se me había otorgado, traté de correr y el campo fuera del círculo de piedras me detubo y de lanzó justo en el centro de él, el dolor era invivible, me faltaban las manos, los pies, las orejas.....
Ya poco quedaba de mí, noté que aun tenía aquella oreja que Manwë había acariciado con su aliento y que la luz empezaba a disminuir.... los conejos brillaban, se habían tragado la luz que me rodeaba y ahora ilubinaba sus cuerpos, parecían pequeños faroles en un mundo hundido en las sombras, por primera vez vi algo en ellos que no me aterraba y entendí que ya no solo se estaban comiendo mi cuerpo sino mi alma....
Desperté cubierto en llanto, completo, en mi cuarto, entonces era mi cabeza la que parecia un farol encendido, caliente... Me levanté, la resequedad de la boca era bastante aguda, noté que no traía ropas, abrí el closeth buscando algo que ponerme y encontré aque sueter que me regalaste el 24 de diciembre y que había guardado como un tesoro hasta entonces, lo acaricié con mis manos, todavía conserva el olor a sudor que un día dejaste en él, cerré los ojos y acaricié mis labios con él, pasaron unos instantes, abrí los ojos y todo era igual, volví a cerrarlos, ábracé aquella prenda tratando de imaginar que estabas aún a mi lado, abrí los ojos y todo era igual, mi corazón no aceleraba, el sueter empezó a perder el olor y los recuerdos que en él habían desaparecieron, aquella prenda ya no significaba nada...
Intenté encogerme de brazos y sentí mi corazón alegre, después de tanto tiempo, latía, una y otra y otra y otra vez.... No entedía que pasaba y entonces por fin reaccioné...
Aquella noche, he había olvidado de tí, desde aquella noche tú no significas nada!!!!
Celebraos conmigo, me olvidé de esa infelíz!!!! |
