Es Hora!!!
La brisa en las orejas empezó a molestarme, algunas sombras empezaron a danzar como intranquilas, y luego como flashes, una a una brillaron, como lámparas de antaño sobre el anden derecho del transporte de trenes y al ver la última imagen, mi alma entristeció por completo… Era la entrada de la UPB y junto a ella el estandarte del mundo real; había despertado. Fingolfin estaba justo en la banca detrás de la mía y por la expresión de su rostro, no lo dudé, habíamos llegado; y de repente una ventanita se abrió en mi cabeza y lo dijo, Es Hora! Intenté ignorarla, pero creo que fue bastante insistente, hasta que al final de cuentas entendí. Era la hora y aun no había nada claro en mi cabeza, muchas voces, mucho silencio, oscura entre las sombras y olvidada entre los muertos, mi conciencia, mi no verdadero yo, me miró, la miré – cuanto mas crezca la injusticia, ya verás, que son más grandes nuestras ganas de luchar, le dije, tal vez recordando una vieja canción; desapareció, y al instante mi cara dio frente piso, se clavó en mi espalda cual cruz llena de sedientas púas, la juventud de sus malditos años asomó entre sus canas y el tiempo empezó a detenerse para mí, sabía que ya estaba en la realidad pero faltaba un día, no sé si de inconciencia o de asados, pero qué importa, al final todo se desvaneció y la tan huida hora llegó. Y solo me quedó decir adiós… A un crazy heir, que a fin de cuentas, marcó una etapa de mi vida. A tan amadas horas de sueño durante el día y a las espectaculares aventuras producto de la noche. A los interminables viajes por mi mente y a esas innumerables teorías del amor. A tantas horas imaginando la maravillosa voz de Lord Henry Wotton, buscando encajarla en… dear, Dorian… Dorian Harker. A los inimaginables pasajes por el mundo de Narnia y a las magnánimas escalinatas de Moria. A esas visitas al callejón de la luz y a las interminables conversaciones con Angieth en los recorridos pasillos del salón. A tan inmenso pull de aventuras que me hacen reír al caminar y a ese intenso hoy que me hacía olvidar los recuerdos. Al espectacular e incomparable tour “angieth por ondolinde” semana 4ta y al peculiar senderito detrás del que los ricos engordan. A las inesperadas conversaciones sobre la ausencia de las palabras y a esas simpatías cuando alguien dice: que sea un plan. A la blanca angeliquita que hoy secuestra mi mente… A todo aquello que “proporcionaba verdadera alegría, quizá la única alegría en una época tan limitada y vulgar, una época carnal en sus placeres y terriblemente común en sus fines”. Y a tantas cosas, que hoy, sentado frente al mismo computador, ubicado en la misma habitación, sobre el mismo escritorio, usando la misma ropa, bebiendo en el mismo vaso y conviviendo con la misma gente, hacen que mi vida sea diferente, hacen que me sienta como saliendo mi vida y entrando a una gigante pantalla de cine actuando de mí, pero con pensamientos diferentes y de la que de vez en cuando asomo la cara y digo: no se olviden de mí, todavía existo, quiero luchar. Bienvenidos a mi mundo real, no me dejen solo… mi mente, puede ser peligrosa. |